Sama Yax, la DJ que hace del vinilo un acto político

Sama Yax es una de las DJs más singulares de la escena ibérica actual. Entre México y Bilbao, su recorrido vital ha dado forma a un sonido que mezcla groove, disco, house y soul con una mirada profundamente personal. Desde los vinilos —su herramienta esencial— construye sesiones que combinan energía, memoria y sensibilidad por la pista. Ha pasado por clubs y festivales de toda la península —de La Paloma a Dabadaba, del BBK Live al Pikes de Ibiza—, en 2019 cerró el Primavera Sound junto a DJ Rosario y volverá al festival en 2026. Sama Yax tiene una manera de pinchar que reivindica el trabajo, la escucha y el amor por el formato físico frente a la inmediatez digital.

10/6/2025

Sama Yax, la DJ que hace del vinilo un acto político

Has descrito tu vida como la de una “coleccionista nata”: de discos, experiencias, lugares. ¿Qué crees que dicen tus colecciones de ti, de tu manera de mirar el mundo?

Es una pregunta compleja de responder, porque creo que mi colección dice mucho de momentos vitales y de una evolución personal. También dice mucho de mi manera de ver el mundo y de lo que quiero transmitir. En la pista, no es que me centre en todo el mundo, ni géneros, lo mio es el groove y para mí esa música contiene un grito, un grito de guerra, una disidencia y una manera de, a pesar de lo difícil que se pongan las cosas y dificultades que uno tenga, expresar un grito por ella. No se trata de una alegría superficial, sino de un brillo, de una pluma, de un "aquí estoy”. Básicamente, de una afirmación vital. Eso es lo que encuentro en las canciones que guardo: algo revolucionario, un pulso de vida y una huella de mi transformación personal. Para mí, coleccionar música también es coleccionar lugares, instantes y emociones que quiero transmitir.

Hay mucha gente que considera que el groove y la música disco, es superficial pero hay música disco, y música disco. No es lo mismo la música del ’77 que la que hacía ABBA o Boney M. Sin embargo, considero que realmente lo que hay es un grito vital. Quienes movían esa música, el momento en que todo eso apareció y los lugares en que surgió, eran precisamente personas con disidencias, con injusticias, marginales, donde no existía ese espacio. Por eso muchas veces, cuando uno está en la pista y escucha, eso es lo que necesita precisamente es soltarse, hacer una catarsis.

Otra de las cosas que revela mi colección son mis relaciones personales: las personas que han pasado por mi vida y con quienes he compartido esta obsesión. Algunas siguen, otras ya no; también aparecen nuevas. Pero lo cierto es que cada quien que está en mi colección ha ocupado un espacio en mi vida. Y los mejores discos siempre son de los mejores amigos.

Al vivir entre México, Bilbao, Barcelona, Oporto y Madrid, tu identidad se entreteje con geografías distintas. ¿Cómo dialogan esas ciudades en tu manera de pinchar? ¿Crees que moverte entre contextos culturales tan distintos te ha dado una sensibilidad especial para leer pistas de baile diversas?

Lo que me ha hecho tener mucha sensibilidad por la música es haber crecido con diferentes inputs. Y esto viene desde el lugar en el que naces, ¿no? Haber crecido con salsa, con bossa nova, con cantautores latinoamericanos en mi vida, a la vez con, por ejemplo, música del País Vasco.

Mi madre es de Bilbao, mi padre de México, y nos fuimos a Bilbao siendo muy pequeña. Entonces, tenía eso, la música, más que todo. Tenía muchas influencias y eso me marcó… a mi abuelo le gustaba mucho la música clásica, y me crié con él; Eso me permitió tener esta amalgama de sonidos a mi alrededor que me ayudó a desarrollar esta pasión por la música.

Luego, el resto de lugares en los que he vivido me han ayudado a poner el foco en lo que realmente soy, a conocerme y, por ende, definirme en lo que quería o quiero transmitir en una pista. La experiencia te ayuda a entender cómo funciona la pista. Y eso no ha dependido tanto de los lugares en los que he vivido, sino de las oportunidades que he tenido en diferentes clubs, desde abajo hasta un gran festival; uno va aprendiendo a leerse a sí mismo.

Cuando estás pinchando en un restaurante, en un hotel, y así se empieza… Siempre lo digo: uno no coge un disco y decide “quiero ser DJ”, uno no puede decidirlo así.

Hay gente que lo tiene clarísimo, pero uno tiene que apasionarse por poner discos en cualquier situación, saber poner esa banda sonora y leer. Y entender, por tanto, cómo funciona cada cosa en su momento. Eso se aprende con ensayo y error. Cuantas más pistas tocas, más aprendes a leer en diferentes lugares. El público reacciona completamente diferente: no es lo mismo un público en Lisboa que en Madrid o en Barcelona, y no es lo mismo un público en una terraza que en un club cerrado.

Cuando has tenido esas experiencias, vas entendiendo qué quieres definir, qué quieres hacer, cómo lo quieres hacer y cómo puedes ir entrando a los diferentes lugares. La verdad, entiendo que más que tratarse solo de sensibilidad, también es un aprendizaje y que no es que uno nazca con un don porque es muy difícil, no sé cómo explicarlo. Es muy difícil decir “yo nací con un don”. Somos, como yo digo, personas normales. Einstein es una excepción en el mundo, y gente con verdadero talento como Vivaldi o Mozart son excepciones.

Un Floating Points es una excepción. El resto es pasión y trabajo. Y la sensibilidad se va generando con trabajo, con trabajo y queriendo mucho lo que haces. No todos tenemos ni PAS, ni AACC (Personas con Altas capacidades), ni talento innato. Creo que realmente puedes ser mediocre y trabajar mucho en lo que quieres y generar esa sensibilidad.

No hay tanto talento detrás; simplemente hay pasión, y hay gente que, aunque no tenga talento musical innato puede desarrollarlo por amor a lo que hace.

Sama Yax es una de las DJs más singulares de la escena ibérica actual. Entre México y Bilbao, su recorrido vital ha dado forma a un sonido que mezcla groove, disco, house y soul con una mirada profundamente personal. Desde los vinilos —su herramienta esencial— construye sesiones que combinan energía, memoria y sensibilidad por la pista.

Ha pasado por clubs y festivales de toda la península —de La Paloma a Dabadaba, del BBK Live al Pikes de Ibiza—, en 2019 cerró el Primavera Sound junto a DJ Rosario y volverá al festival en 2026. Sama Yax tiene una manera de pinchar que reivindica el trabajo, la escucha y el amor por el formato físico frente a la inmediatez digital.

Has dicho que el vinilo te obliga a conocer cada disco en profundidad. ¿Sientes que eso también moldea tu relación con el tiempo, con la paciencia y con el oficio de DJ?

Completamente. No tengo ninguna duda, porque antes que el oficio va la pasión. No es algo que uno decide. Como te decía, yo no dije “voy a ser DJ”. Fue un amor al formato. Amo el vinilo. Me encanta el ritual de sacar un disco, ponerlo, colocar la aguja, escuchar el rugido… y claro, cuando surge el aprendizaje, uno tiene que lidiar con la frustración muchísimo.

No sé cuántas veces he pinchado delante de gente, incluso empezando en hoteles, restaurantes o sitios muy pequeños; y la he cagado. Al principio yo pinchaba música disco, con subes y bajas, sin mezclar. El vinilo te obliga a amar cada tema y a entender qué canción va con la otra, requiere de una escucha activa.

Por eso siempre he dicho que para mí el vinilo se ha convertido en algo muy político. Ahora todo tiene que ser “quiero ser el centro de la pista, que me levanten las manos, que me graben en vídeo” “voy a ser dj en dos días”. Es como ser un animador. Y fallas, claro, muchas veces, dependiendo del tipo de viaje. Para mí es una labor que amo y tengo millones de referentes. Pero sí se ha convertido en esto: no es “me bajo millones de canciones, pongo un pen drive y ya soy DJ”. Para ser un buen DJ hay algo esencial: todo el mundo puede ser DJ, pero antes que eso van la pasión y las ganas de entender lo que estás tocando, querer hacer un viaje, generar algo y transmitir una emoción. No se trata solo de poner una pista a bailar.

Como decía alguien muy famoso: si quieres ser un buen DJ, hay dos cosas por as que tienes que tienes que pasar: bodas y pistas vacías. La pista vacía te obliga a generar algo en la máxima frustración y a disfrutar tú sola de la música como si tuvieras a 100 personas. Una boda te obliga a hacer bailar a gente muy distinta en un contexto muy concreto.

Para mí, el vinilo se ha convertido en una herramienta que ayuda a generar un espacio de escucha y a aportar paciencia a la pista. No es “tengo una librería infinita en el USB”, sino: “yo he traído esto y con esto tengo que crear algo que transmita al otro y lo traiga a mi mundo”.

Esa pregunta requiere tiempo, porque creo que a la escena global cuesta mucho llegar. Dentro de la escena ibérica hay artistas, como Jonh Talabot, CoraNovoa, Angel Molina, Anika Kunst o Héctor Oaks, que han podido aportar mucho a la escena internacional, pero creo que la escena ibérica podría aportar mucho más de lo que se le permite.

Si nos fijamos, parece que si no te vas a Ámsterdam o Berlín, o no haces cierto tipo de música, es muy difícil acceder a ciertos festivales o alcanzar determinados estándares. A nivel nacional, ha habido eventos como Jaleo Real que sí han generado que nos empecemos a valorar entre nosotros, reconociendo realmente el talento que tenemos. Creo que podríamos aportar mucho más de lo que actualmente se muestra, porque, evidentemente, la industria es complicada.

Te lo digo porque he trabajado ahí durante mucho tiempo y sé que se aporta mucho a nivel de eventos. En la escena hay festivales internacionales como Sonar o Primavera Sound, y mucha gente que podría estar pinchando en Berlín u otros lugares. Hay muchísimo talento ibérico que que ya ha aportado mucho, pero creo que aún queda mucho por hacer en distintos ámbitos musicales.

¿Qué sientes que aporta la escena ibérica a la conversación global de la música electrónica?
Cerrar Primavera Sound junto a DJ Rosario en 2019 fue un momento clave. ¿Cómo recuerdas esa noche ahora?

Fue muy bonito, sobre todo por el momento en el que lo viví. En aquel entonces trabajaba en Primavera, en el departamento de Booking. Había sido mucho esfuerzo y ya habían pasado bastantes años; fue un giro de guion bastante grande.

Cuando me propusieron pinchar, yo no sabía hacerlo con USB, Tuve que aprender para ese set, porque cuando hay un escenario con 60 personas encima y 7,000 personas delante, no es una opción poner vinilos. Fue un reto doble.

Tuve que aprender muy rápido, en seis meses; y el set lo preparamos al dedillo. La verdad que fue muy bonito porque estaba rodeada de mi familia: mis hermanas, amigos y compañeros de trabajo en el festival. Además, estaba Charro, que para mí, más que DJ, es una persona enorme, puro corazón.

Tener 7,000 personas delante fue increíble… no sé si alguna vez se volverá a repetir. No es el set que más me representa a nivel musical, porque se hizo algo muy concreto, pero uno aprende incluso en un registro que no es suyo: a poner cosas que sí son suyas y a adaptarlas. Además, cambiamos un poco el concepto de cierre y lo ajustamos a lo que éramos nosotras.

Mentha se ha convertido en un proyecto personal muy significativo. ¿Cómo lo imaginaste en sus inicios y hacia dónde te gustaría llevarlo?

Siempre he dicho que fue muy orgánico y, ahora mismo, es un proyecto que tengo bastante en stand-by. No lo he parado porque quiera, sino porque he tenido muchos cambios en mi vida: me Me mudé a Madrid, tengo un trabajo nuevo y he hecho muchísimos bolos. Es algo que quiero hacer bien, con cierta infraestructura. Cuando consiga tiempo y me estabilice un poco, le daré el espacio y el empeño que merece.

Mentha nació sin planearlo y poco a poco fue tomando forma. Primero fue una fiesta puntual a la que había que ponerle un nombre; después llegaron la segunda y la tercera edición, donde ya estaba más consolidado. Entonces sentí la necesidad de darle un nombre serio y un concepto definido. Empecé a desarrollarlo con la ayuda de Treintayseis Estudio (@treintayseisestudio) de Barcelona, que son amigos, y poco a poco fue creciendo.

Más tarde llegaron las fiestas en La Paloma, que me dieron la oportunidad de trabajar con artistas con los que nunca habría imaginado coincidir. Para mí fue un sueño pensar en un lineup con Kamma o un b2b entre Kleo y Cinthie. Todo estaba fluyendo muy bien y lo disfrutaba mucho, pero ahora prefiero dejarlo en pausa hasta poder invertirle el tiempo necesario y llevarlo en plena sintonía conmigo.

¿Qué coleccionas ahora mismo —más allá de vinilos— que sientas que te acompaña en tu evolución?

Voy coleccionando mis libros. Evidentemente, creo que mis libros son lo que más me acompaña. También colecciono mis escritos; lo tengo un poco abandonado, pero ahí están. Los retomo en diferentes momentos de mi vida, escribiendo más o escribiendo menos, y poco más.

Exceptuando mis vinilos y mi equipo, soy bastante minimalista. Ni siquiera soy una gran compradora de moda ni tengo grandes cosas. Todo lo que tengo me gusta y me parece suficiente. Al principio, cuando empezaba a coleccionar mucho, pensaba en términos de números: “¿Cuánto me cuesta esta prenda? ¿Cuántos discos puedo comprar con lo mismo?” .Yo siempre digo: nunca tengas amigos o parejas que no tengan libros en sus casas.

¿Nos puedes hablar de alguna fecha que tengas próximamente?

Acabo de estar en el Dabadaba que es uno de mi booths preferidos a nivel nacional; voy a pinchar en la fiesta de House of Ley en el Opium, y en el cierre de la fiesta Homies en el Pikes (Ibiza), un proyecto en el que llevo participando desde hace aproximadamente cuatro años. En Madrid aún quedan fechas por anunciar que me hacen muchísima ilusión, y el resto prefiero ir viéndolo venir.

Este año también quiero centrarme más en el estudio y seguir aprendiendo sobre producción musical. El año pasado empecé ese proceso, pero con tantos cambios tuve que ir avanzando poco a poco; ahora quiero dedicarle más tiempo y constancia.

¿Cómo te preparas?

En realidad, ahora mismo los voy organizando en función de los bolos. Hago una maleta genérica con la que me sienta muy a gusto y, en función del nivel de los bolos que tenga, ajusto solo lo necesario. Después voy modificando según el contexto y el público. Esa dinámica me permite también conocer mejor los discos y ver cómo funcionan en diferentes situaciones dentro de la pista.