Reflexiones sobre el Primavera Sound 2025

Reflexiones sobre el Primavera Sound 2025

6/12/2025

Reflexiones sobre el Primavera Sound 2025

Volví al Primavera Sound por tercer año consecutivo. Siempre he sido de festivales (y he tenido la suerte de ir a varios a lo largo de los años), pero este y el Sónar terminaron convirtiéndose en mis dos favoritos. La semana en la que Barcelona se convierte en la capital mundial de la música es, sin duda, mi semana favorita del año.

Este 2025 solo fui un día: el segundo. Headliners: Sabrina Carpenter, Haim, Beach House, Amelie Lens, Wet Leg, Salem. Una alineación ecléctica y un poco caótica. Y desde entonces, honestamente, no he hablado de otra cosa (bueno, también de Erika de Casier y Addison Rae, para ser justo). Pero hay algo en el Primavera que siempre logra obsesionarme: la música, el ambiente, el desfile de estilos, un millón de cosas ocurriendo al mismo tiempo en la ciudad. Es emocionante.

En mis ediciones anteriores siempre volví a casa muy contento, o mejor dicho, con un feeling de satisfacción muy grande. Pero este año, algo fue distinto. No hubo ese mismo subidón. Tardé un poco en darme cuenta, pero después de varias vueltas (y varias charlas existenciales post-festival) entendí qué pasaba: no vi a ningún artista que realmente me generara ilusión. Ninguno de esos shows que esperas durante meses y que luego te cuestan superar. Quizás Salem, por la nostalgia de Tumblr y el rollo witch house (siempre fui fan), fue lo más cerca. Pero no alcanzó. El año pasado vi a Lana Del Rey, y fue increíble.

El cartel de este año me pareció particular. Había muchos nombres grandes, sí, pero pocos con los que tuviera una conexión real. Sentí que fue una edición construida alrededor de artistas que, aunque ya tienen cierto recorrido, están explotando justo ahora. No hay nada de malo en eso (de hecho, tiene algo emocionante), pero definitivamente cambia la energía del festival. No tengo idea de cómo se arma el cartel de un festival, pero creo que, históricamente, este tipo de eventos saben equilibrar bien el peso simbólico de las leyendas con la emoción de lo emergente. Este año, en cambio, el equilibrio se inclinó claramente hacia el ahora.

Incluso Coachella, que siempre se toma como referencia, este año apostó por un nombre como Green Day como uno de sus grandes cabezas de cartel. Sacaron disco en 2024, sí, pero su presencia en el lineup hablaba más de legado que de actualidad. Y eso no está mal: tiene sentido que festivales de este calibre quieran equilibrar nostalgia y novedad. Justamente por eso me pareció interesante que Primavera, en esta edición, rompiera un poco con ese patrón y apostara casi por completo al presente más inmediato.

Más que nunca, dio la sensación de que el Primavera había abrazado por completo el pulso inmediato de la cultura pop. En vez de buscar nombres que cargaran con décadas de prestigio, eligieron artistas que están moldeando el ahora. Sabrina Carpenter, por ejemplo. No la había escuchado antes de Espresso, que se volvió instantáneamente una de mis canciones favoritas del año. Después escuché el álbum (Short n’ Sweet) y entendí por qué está ahí, encabezando festivales. No por trayectoria, sino por timing. Porque suena a 2025. Lo mismo con Charli XCX: lleva años rompiendo las reglas del pop, pero recientemente explotó con BRAT y fue como si todo el mundo se pusiera al día de golpe. No hay forma de negar su relevancia.

Así que aunque este año no taché a ningún "gran artista" de mi lista de sueños cumplidos, fue una edición que me dejó pensando —y eso me encanta. Me gusta esta idea de darle el escenario principal a quienes están encendiendo la conversación cultural ahora mismo. Tal vez no haya tenido mi momento épico, pero sí vi algo nuevo: un festival que está aprendiendo a hablar el lenguaje del presente sin nostalgia, sin excusas. Y eso también tiene su magia. Ya me muero de ganas por ir al Primavera Sound del 2026.