LANAV: de Canino FM al MIRA Festival y el pulso comunitario de Barcelona
LANAV entiende el sonido como un lenguaje en sí mismo. Su formación en cine y diseño sonoro se refleja en cada set, donde la narrativa importa tanto como la pista de baile. En los últimos años se ha consolidado como una figura clave dentro de la escena electrónica de Barcelona, no solo por la delicadeza y la intensidad de sus mezclas —donde se entrelazan géneros como el ambient, el techno y los breaks con un enfoque casi cinematográfico—, sino también por su implicación en proyectos colectivos como Canino FM, que han fortalecido la dimensión comunitaria de la ciudad.
Tus sets han sido descritos como viajes emocionales. ¿Cómo piensas la progresión de un set?
Antes de responder debidamente me gustaría puntualizar que estudié cine, diseño de sonido para cine.
Más que ver música, yo veo sonido. Es decir, veo música también, lógicamente, pero mi relación es directamente con el sonido más primario. Esta relación es lo que me lleva a generar este tipo de sesiones que son más así.
Muchas veces lo que hago, primero que todo, es: según la hora y el espacio, me imagino a mí misma allí. Aunque no haya estado, intento buscar referencias o imágenes del sitio, o que alguien que ha estado me diga qué energía tiene. Posteriormente, dentro de lo que yo hago, intento imaginarme en ese espacio: cómo me sentiría más cómoda, cómo la gente podría vibrar más con lo que estoy haciendo. Siempre dentro de mi propio estilo; tampoco es que me adapte enteramente.
Una vez veo eso, es como que sensorialmente mi cabeza me lleva a un sitio específico. A partir de ahí, voy a través de toda mi librería y selecciono todos los tracks que me transmiten esa sensación. Los pongo todos en una carpeta, que suele tener como cuatro veces más temas de los que realmente necesito para llenar ese slot.
A partir de ahí tengo dos formas: la forma en la que me preparo la improvisación, o la forma en la que me preparo algo más narrado -previamente trabajado-, que habitualmente suele ser para un festival grande o una radio, más que nada porque los nervios también atacan más… Lógicamente también compro temas nuevos que encajen con la selección que ya he hecho. Y a partir de ahí, me los escucho en Rekordbox y voy pasando por encima uno por uno. Escucho el primer tema, escucho el segundo: “Vale, pues el segundo me encaja mejor antes del primero que he escuchado”. Entonces los subo arriba, y sigo con todos los temas hasta que el orden de la tracklist tenga la linea energética que me he imaginado. Lo que hago es juntar frecuencias y pequeños elementos, sobre todo.
Luego lo vuelvo a escuchar todo, vuelvo a retocar un poco… Esto cuando es un festival o evento al que yo le estoy poniendo mucho peso emocional.
Cuando es improvisación, los junto por sentimientos/energías o por cuanto de complejos son. No los junto por géneros —se me da bastante mal definir géneros, de hecho—. Es decir, si es un tema que tiene solo dos instrumentos y muchos silencios, me puede ir muy bien para hacer una transición o añadir un detalle o un tema más lleno. Ese lo separo de uno más intenso o más lleno, para poder combinarlos entre ellos. También porque muchas veces mezclo con tres, cuatro platos, entonces necesito tener bastante control sobre cuántos elementos o cómo de intensos son los temas.
Tus mezclas cruzan techno, ambient y breaks con mucha fluidez. ¿Cuándo decides romper la tensión o sostenerla?
Suelo intentar jugar con dicotomías sonoras o rítmicas. Es decir, si vengo de un ritmo muy establecido, de golpe me voy a la dicotomía contraria: a un ritmo totalmente roto, para generar la sensación contraria y luego volver a lo anterior, para que el punch que te da sea mucho más alto. Si estoy poniendo un tema súper intenso, a lo mejor pongo uno intermedio, que sea un poco más bajo, y luego uno de ambient, para luego volver a poner un tema más intenso que el anterior. Así genero esta onda que sube y baja progresivamente con mezclas delicadas y detalladas, pero que te permite sentir ese cambio como algo que no es estable.
LANAV entiende el sonido como un lenguaje en sí mismo. Su formación en cine y diseño sonoro se refleja en cada set, donde la narrativa importa tanto como la pista de baile. En los últimos años se ha consolidado como una figura clave dentro de la escena electrónica de Barcelona, no solo por la delicadeza y la intensidad de sus mezclas —donde se entrelazan géneros como el ambient, el techno y los breaks con un enfoque casi cinematográfico—, sino también por su implicación en proyectos colectivos como Canino FM, que han fortalecido la dimensión comunitaria de la ciudad.
Ahora, con un live preparado especialmente para MIRA —un proyecto que combina field recordings y materiales personales acumulados desde 2017—, LANAV abre una nueva etapa: una exploración más vulnerable, íntima y a la vez expansiva, que confirma su capacidad de convertir la escucha en una experiencia transformadora.


¿Qué tan importante es el espacio en el que tocas? ¿Cambias tu enfoque si es un club o una instalación?
Sí. O sea, si es un club, intento mirarme cuál es el lineup alrededor, quién toca antes y después. Y dentro de lo que yo hago de normal, intento adaptarme un poco, en el sentido de intensidad, sobre todo. No tanto estilísticamente dentro de mi selección.
Pero suelo ir sobre todo con lo que yo siento en ese momento, porque si no, luego me frustro mucho y no puedo disfrutarlo. Me da la sensación de que ha ido mal. Si se ha grabado, me lo vuelvo a escuchar y, en realidad, ha ido bien, pero ya me generó un malestar. No me adapto 100% porque creo que una noche de club también es guay que generé una línea energética durante toda la noche pero no estable en cuanto a intensidad. No hace falta que tenga una continuidad siempre hacia arriba, pero sí una unión.
Si es un festival, me lo tomo más como “vengo a contar mi libro”. Vengo a contarte algo que realmente me apetece mucho que veas y que me define. No intento adaptarme a quien viene antes o después, tal vez solo los primeros cinco temas y los últimos cinco, para que no haya un cambio súper heavy, también para no joder al que toca después.
Cuando son exposiciones o cosas de escucha, es un punto medio entre festival y club. Intento mantener una línea, pero depende de cómo me sienta. Soy una persona muy sensible y muy emocional y me gusta dejar que mi proceso este guiado por ello —razonandolo y siendo consciente de ello claro—.
A ver, hoy en día estoy muy contenta con la escena. Creo que aún hay muchas cosas que trabajar, mejorar, aprender o crear de nuevo. Pero sí que es cierto que, comparado con hace cuatro años, he visto una evolución muy grande. La gente tiene una mentalidad mucho más comunitaria, no hay tanta competitividad insana. Sí hay competitividad, pero creo que es nutritiva; las cosas se retroalimentan entre ellas. También porque la gente está mucho más abierta de mente.
Tenemos una comunidad muy potente. Hay mucha gente colaborando con otra, no son solo procesos individuales.
Justo antes del COVID, la ciudad era muy hostil en cuanto a crecimiento y en cuanto a escena. Era muy competitiva e insana. Y en ese momento ya empezaron a aparecer muchos colectivos. Estos colectivos nuevos que han ido apareciendo en los últimos años han ido generando espacios y pequeñas comunidades.
De golpe, no solo tenemos acceso a clubs grandes con una mentalidad muy específica, sino que estamos generando nuestros propios espacios, nuestras propias energías, por decirlo de alguna forma. Y creo que eso es muy bonito.
Hace unos años estaba pensando en irme de Barcelona, y con este cambio ahora no quiero irme. Ahora la ciudad está yendo hacia un camino que realmente hacía años que estaba buscando, de alguna forma.
Es como que quiero quedarme aquí, seguir empujando, fomentándolo y creando con ello, porque creo que es muy potente lo que está empezando a pasar —bueno, que ya está pasando, pero ahora se está consolidando más.
Hay un poco de todo. No es todo maravilloso, ni fabuloso, ni fácil. Pero lo que me parece muy interesante es que todo el mundo está poniendo un esfuerzo, y una fe, de alguna forma. Fe en que realmente podemos cambiar las cosas, que realmente pueden ser distintas, aunque no lo sean ahora. —Hay gente demasiado buena, bonita, dulce y talentosa en Barcelona, me alegra mucho tener un grupo de amigas tan potente—.
¿Cómo ves la escena electrónica en Barcelona hoy?


¿Cómo nacen Abundance y Canino FM? ¿Qué rol crees que tienen dentro de la cultura musical de Barcelona?
Canino empezó con una llamada. Me llamó Claudia (su nombre artístico es Just__Claudia) para decirme que estaba hablando con Paco Bernat (booker del Soundit, trabajamos juntos allí también<3), y me dijo: “Mira, estamos hablando de que ahora mismo, se ha quedado un vacío muy grande en la ciudad. Y creemos que hay muchas más cosas que cubrir”.
Estaban pensando en empezar una radio online. Por poner una referencia, era un poco tipo The Lot Radio o así, pero siempre con vídeo, con streaming, para también poder aprender de lo que hacen cada uno de los artistas. Me dijeron: “Hemos pensado que tú podrías encajar perfectamente en el proyecto”.
En ese momento solo tenían el nombre y la idea. Y en ese momento, dije: “yo es que me sumo a todos los bombardeos. No puedo prometer que estaré al 100% con todo, pero cuenta conmigo. Me apetece un montón, es el tipo de proyecto que me gusta”.
A partir de ahí empezamos a hacer reuniones, a quedar, a ver cuáles eran los objetivos. Teníamos muy claro que los dos objetivos principales eran: primero, ofrecer un espacio a la escena local. No existía en Barcelona un espacio de comunidad y de reunión en torno a lo cultural unido a la música, que también sirviera como incubadora, para que varios artistas se conociesen entre ellos, viesen lo que hacen, y de ahí pudieran surgir colaboraciones.
Segundo, representar muy bien la cultura local que tenemos. España tiene una cultura muy potente, tanto en música electrónica como en muchos otros ámbitos, pero nos dábamos cuenta de que está muy mal conectada con Europa. Puedes estar haciendo un proyecto increíble en España, que la gente de fuera no se entera. No hay un puente.
Entonces uno de los objetivos era unir una parte de la cultura internacional con una mayor parte de la cultura nacional, para que ese puente se crease. Por ejemplo: si invitas a dos artistas internacionales en un día, y luego tienes seis locales, alguien de fuera va a querer ver a los internacionales y, de golpe, también va a conocer a los locales. Porque, al final, están en la misma plataforma. Ahí estábamos creando ese puente, para que esta cultura pudiera ser vista desde fuera más fácilmente.
Ahora tenemos un montón de ideas en el semillero. Queremos hacer más workshops, más shows, más debates, más contenido cultural que no sea solo DJ sets. Pero claro, empezar un proyecto desde cero, como Canino, sin recursos —lo hemos montado poniendo nosotros la pasta y los materiales— no podíamos empezar por el tejado. Por eso hemos empezado más centrados en los DJ sets. La intención es que el punto central siga siendo la radio comunitaria, pero que también sea un espacio cultural.
Y eso solo ha sido posible gracias a toda la comunidad de artistas que han decidido ser voluntarios, ofrecer material, una mano para pintar la sala, lo que sea. Gracias a todo eso, hemos podido hacerlo. No ha sido solo por nosotras. Ahora Paco ya no forma parte del proyecto. Ahora está Leo Tanzi, ama mucho la música y tiene una relación muy específica con ella. Ahora mismo somos estos tres, y una buena bolsa de voluntarios.
En MIRA harás un show en vivo. ¿Qué cambia para ti al presentarte en ese formato? ¿Qué podemos esperar de este show?
Pues cambia todo. Primero porque, aunque pincho de una forma cercana a la producción —hay veces que tengo que estar tres horas sin mirar al público y centrada en lo que estoy haciendo porque estoy haciendo mucho a la vez—, el live para mí es como mostrarme directamente por dentro.
Es un tipo de expresión que no depende de otros artistas, porque, al final, cuando haces un DJ set, estás usando el trabajo de otras personas. Sí que haces curaduría y haces narrativa con ello, pero la materia prima no es tuya. En cambio, el live es 100% tuyo. Son tus sonidos, tu estructura, tu mensaje, tu todo.
Para mí eso es una vulnerabilidad muy fuerte. También es muy bonito, pero es vulnerable. Entonces, el cambio más grande para mí es emocional. Es mostrarme como soy, no solo como sueno cuando pincho. Aunque cuando pincho también soy yo, pero es diferente. Es más una traducción o interpretación.
Y el segundo cambio grande es técnico. En este live que haré en MIRA, estoy preparando un show que combina field recordings y sonidos más musicales.
Estoy construyendo todo desde cero para ese show. Me está llevando mucho trabajo, pero me emociona mucho porque es la primera vez que voy a presentar un live de este estilo, tan completo. Y tengo un equipo maravilloso lleno de amigas que lo estan haciendo posible. No quiero dar mucha más información por ahora, lo que si que puedo decir es que es un viaje emocional, un viaje por el tiempo formado por grabaciones de mi vida desde 2017 hasta el día de hoy.