La comunidad como sonido: Acidnena en el aniversario de Me Siento Extraña
Desde Barcelona, Acidnena ha construido una trayectoria que combina experimentación sonora, comunidad y política. DJ argentina viviendo en la ciudad, su residencia en Latineo y su participación en diferentes espacios queer la han posicionado como parte esencial de una escena que entiende la música como un punto de encuentro, representación, pero también de resistencia y cariño. Este fin de semana forma parte del potente lineup del cuarto aniversario de Me Siento Extraña, colectivo fundamental para entender la noche barcelonesa contemporánea, con un B2B junto a Hello Sassy. La cita será en la Sala Apolo. En esta conversación hablamos un poco de todo: de identidad, de representación y, por supuesto, de música.
La comunidad como sonido: Acidnena en el aniversario de Me Siento Extraña


¿Qué elementos de tu identidad argentina crees que se filtran más directamente en tus sets o producciones?
Bueno, primero y principal, los latinos, claramente. Al final, somos la unión de todo eso que nos llegó en común a la mayoría de los artistas emergentes en Barcelona. Creo que estamos en pleno boom, y mi identidad como argentina y latina es, sin duda, lo que me hace parte de este movimiento.
En cuanto a mi línea sonora, tengo muchas referencias del underground de Buenos Aires, que tiene una vida nocturna muy intensa. Eso también influye en la construcción de mi identidad sonora. Pero, al mismo tiempo, está muy mezclado con mi crecimiento profesional y artístico acá en Europa. De hecho, toda mi carrera, aunque nunca me propuse hacer de esto algo formal, la fui construyendo acá. No tengo una trayectoria tan desarrollada en Argentina, y por eso siento que estoy en un momento especial: este será el primer año que viaje allá con más peso, con un nombre más consolidado y una identidad artística mucho más clara.
La escena queer y underground de Barcelona es muy vibrante. ¿Qué diferencias culturales o sociales notas entre este ecosistema y el que conociste en Argentina?
Para no comparar demasiado, creo que la principal diferencia es que ahora, como te comentaba, todo lo emergente y lo queer está en un auge muy fuerte. Si bien sigue siendo una lucha, siento que ya está un poco más cerca del mainstream. La diferencia con toda Latinoamérica, no solo con Argentina, es la autogestión.
Todavía hay mucho de eso: gestión independiente, dificultades en las remuneraciones, visibilidad que sigue siendo bastante minoritaria… pero eso también lo hace atractivo. Ojalá no se pierda, porque también es otro tipo de lucha: que no se convierta en un boom comercial que borre ese espíritu que siempre tuvimos los artistas que militamos esta manera de hacer las cosas. No se trata de venderse, sino de sostener esa coherencia y esa raíz.
Desde Barcelona, Acidnena ha construido una trayectoria que combina experimentación sonora, comunidad y política. DJ argentina viviendo en la ciudad, su residencia en Latineo y su participación en diferentes espacios queer la han posicionado como parte esencial de una escena que entiende la música como un punto de encuentro, representación, pero también de resistencia y cariño.
Este fin de semana forma parte del potente lineup del cuarto aniversario de Me Siento Extraña, colectivo fundamental para entender la noche barcelonesa contemporánea, con un B2B junto a Hello Sassy. La cita será en la Sala Apolo. En esta conversación hablamos un poco de todo: de identidad, de representación y, por supuesto, de música.
Ayer justo hablaba con unas amigas sobre la idea de que hay que llevar el underground al mainstream, porque eso de que el artista underground tiene que ser pobre ya debería acabar.
Exacto. Creo que ahí está la gran diferencia, al menos desde donde lo vivo como artista. Está la autogestión y, al mismo tiempo, la falta de remuneración del otro lado. Pero también tiene su lado rico: conservar la esencia, lo genuino, lo que no está tan visibilizado. Eso es lo que todavía le da la magia a la escena.
Y claro, si hablamos de cuestiones de género y disidencias, mi trabajo dialoga mucho con eso, no solo por el tipo de música que hago, sino por mi participación en los colectivos donde pincho. Todo eso influye directamente en mis decisiones: dónde aceptar una residencia, con quién colaborar… Son cosas que no tomo a la ligera, porque tienen que ver con lo que represento y con los espacios que quiero seguir construyendo.


Tu trabajo parece dialogar constantemente con cuestiones de género y disidencias. ¿Cómo entiendes la representación en la música y de qué manera esos debates influyen en decisiones concretas de tu práctica, como residencias, colaboraciones o curaduría de eventos?
Yo también he tenido un montón de situaciones en las que, si bien estoy construyendo una identidad política y artística alineada con mis ideales, trato de mantenerme firme en eso. Aun así, hay veces que, por trabajo o dinero, se terminan aceptando ciertas ofertas. Pero si algo rompe rotundamente con la política que sostengo, prefiero no hacerlo.
Sé que es un tema bastante polémico hoy en día, pero por suerte tengo una red de contención artística con mis amigas, con quienes hablamos mucho de estas cosas. Nos cuidamos entre todas y conversamos cuando surge una situación complicada. Por ejemplo, si aparece un promotor que no se comporta bien, aunque sea una oferta increíble, prefiero no aceptarla.
Lo hago sobre todo por coherencia con la política que practico y milito, aunque no siempre es fácil. A veces tengo que darle dos, tres o cuatro vueltas antes de decidir, pero para mí, al final, es un desgaste energético que prefiero ahorrarme. Igual no estoy en contra de quienes deciden aceptar ese tipo de propuestas por supervivencia. Hay que vivir, y la carrera artística puede ser muy hostil: es difícil llegar, somos muchxs, y muchas veces migrantes.
La mayoría de quienes estamos en la escena emergente somos personas de fuera, disidencias o con diferentes tipos de militancia. No todos tenemos los mismos privilegios para tomar decisiones tan rotundas como decir “no”. Por eso, cuando me toca hacerlo, lo pienso muchas veces y trato, sobre todo, de evitar situaciones que me desgasten energéticamente. Si he esperado tanto para que mi carrera se consolide, puedo esperar un poco más.
Latineo es un colectivo de personas migrantes que nació, sobre todo, de una necesidad: escuchar ciertos sonidos en las pistas, una línea musical que no estaba tan presente en la escena emergente de Barcelona. Queríamos más Latin Club, más reggaetón, más de esos sonidos latinos que forman parte de nuestra identidad, pero que no estaban del todo establecidos en los espacios donde nos movíamos.
A partir de esa idea surgió Latineo, y la verdad es que creció muchísimo en muy poco tiempo. Estamos todos aprendiendo a sobrellevar ese crecimiento rápido, porque ninguno estaba del todo preparado para la magnitud que tomó el proyecto. Pero estamos felices, de verdad. Hablo en plural porque es un trabajo totalmente colectivo. Cada une tiene su residencia y su identidad artística y musical, y eso se nota: no es lo mismo un set mío que el de M8NSE o el de Sofy, por ejemplo. Cada quien aporta su propio universo sonoro.
Personalmente, soy bastante versátil con respecto a mi línea musical. Nací y crecí escuchando más techno; después pasé por el house, y me influenciaron bastante los sonidos europeos, sobre todo la vieja escuela, el Detroit house y el old school. Pero cuando empecé a compartir con los chicos de Latineo, mi sonido se fue expandiendo. Cuando compartes con otros artistas y eres una persona abierta, como es mi caso, vas absorbiendo, aprendiendo y creciendo con cada encuentro.
Así que terminé incorporando lo que ya sabía con lo que fui aprendiendo del Latin Club, que además tiene un montón de subgéneros y matices dentro de esa gran rama. Mis sets como Acidnena no tienen nada que ver con los que hago en Latineo, y eso es precisamente lo que más me entusiasma. Cada fecha con el colectivo me permite explorar un lado distinto de mí, otro tipo de trabajo, y eso me sigue sorprendiendo.
Y al revés también: cuando trabajo con otras artistas, me encuentro con nuevos desafíos y aprendizajes. Todo eso me nutre muchísimo.
Eres residente en Latineo, ¿Cómo ha influido esta experiencia en tu manera de construir sets y en la relación que buscas establecer con el público?


Ahora, hablando sobre Me Siento Extraña: Este fin de semana pinchas en el aniversario de Me Siento Extraña en un B2B con Hello Sasy. ¿Qué significa para ti formar parte de esta noche?
Me entusiasma muchísimo y, de verdad, me da mucho amor que las chicas me hayan elegido. Siempre han sido de los principales colectivos que han apostado por mi trabajo; me han acompañado y elegido constantemente. Para mí, eso tiene un valor sentimental enorme.
Hacerlo con Hello Sasy es, como te digo, un desafío, porque aunque compartimos muchos puntos en común en nuestros sonidos, somos muy diferentes en cuanto a identidad artística. Y ese contraste es justamente lo que lo hace emocionante. Además, me encanta.
Realmente disfruto atreverme a este tipo de experiencias, porque creo que son las que te hacen crecer. Como te decía antes, compartir estas situaciones permite aprender, evolucionar y, al final, es una experiencia realmente enriquecedora.
Cuando estás en un B2B, especialmente en un contexto de aniversario como este, ¿cómo se genera el diálogo musical entre tú y la otra DJ?
Últimamente he compartido muchas cabinas en formato back-to-back con varios artistas, y mis técnicas son básicamente siempre similares. Podemos coordinar y compartir ideas antes, pero siempre me gusta meterme en el momento y conectar con el público. Claro que hablamos un poco antes, perfilamos y encontramos un punto en común, pero después la noche misma nos va guiando.
Se trata de leer cómo reacciona la gente y cómo fluye la línea de la música. Si vemos que el público está más animado, hacemos ajustes; en mi caso, todo esto es muy personal, aunque también depende un poco de la vibra de la pista.
Nosotras sí tenemos planificación previa: compartimos música y escuchamos algo para encontrar ese punto en común y que no sea un lío, pero el back-to-back sigue siendo una experiencia de dos identidades compartiendo la pista. La gente obviamente quiere pasárselo bien y tripear, y nosotras también. Pasarlo bien y tripear, manteniendo la identidad de cada una.
Después de cuatro años del colectivo, ¿qué recuerdos o aprendizajes te llevas de Me Siento Extraña, y cómo te gustaría que esta noche de aniversario se recuerde para la comunidad?
Las chicas de Me Siento Extraña están haciendo un trabajo increíble desde hace muchísimo tiempo. Son uno de los colectivos más queridos de Barcelona; tanto artistas, promotores como clubes les tienen un gran respeto porque realmente llevan a cabo un trabajo impecable, políticamente comprometido y con mucha lucha.
Llevan años con el proyecto, siempre por amor al arte, sin pretensiones, buscando un espacio para militar lo que consideran justo para la escena. Que ahora el colectivo haya crecido y esté cumpliendo cuatro años es muy satisfactorio.
Para mí es aún más especial porque fueron de las primeras en apostar por mi trabajo cuando yo era una artista pequeña. Me emociona muchísimo ver que Me Siento Extraña sigue adelante, celebrando estos cuatro años y con muchas más por venir.
