Entrevista a SIMONA

Entrevista a SIMONA

7/25/2025

Entrevista a SIMONA

Primero que nada, me gustaría que nos hablaras un poco sobre ‘el nacimiento’ de este álbum, cuyo título ya es una declaración: no es dulce, ni dócil, sino astuta. ¿A quién le hablabas cuando elegiste ese nombre?

Bueno, le llamé Astuta porque siento que es lo que soy. Está un poco inspirado en la astucia de las migrantes, de mis amigas… Es como el significado de la palabra: no es solo saber mentir, sino hacerlo con picardía, con vista. Al final, una tiene que aprender a mentir en un sistema que te miente todo el rato y te expulsa. Es una manera graciosa de resistir. Va un poco por ahí. La motivación principal fue la astucia misma, aprender a hacer un poco desde la nada. Lo hice con amigos; nos fuimos unos días a una casa en el campo y lo creamos allí. Tenía muchas ganas de comunicar un montón de canciones y cosas que venía pensando hace tiempo. Este álbum fue la plataforma para hacerlo. Habla mucho de eso: la astucia de las migrantes, de las trabajadoras sexuales, de las personas sin papeles…

Debo decir que he escuchado varias veces el disco mientras preparaba este cuestionario. Me encantan “Caramelo” y “Sibarita”; creo que Sibarita es mi canción favorita

Ay, ¡es de mis favoritas también!

Simona es una cantante y productora argentina radicada en Barcelona que, desde su experiencia migrante, construye un universo sonoro donde la picardía, el deseo y la resistencia se entrelazan en ritmos contundentes y letras sin filtros. Su segundo álbum, Astuta, es una declaración de fuerza y audacia, un manifiesto queer y feminista que abraza lo crudo y lo tierno, lo vulgar y lo bello, con una sensibilidad única que desafía los límites del pop, la electrónica y la música latina contemporánea.

Simona habita la escena barcelonesa con una mirada que rescata la memoria migrante y celebra la diversidad, entendiendo el club como un espacio de encuentro, rebeldía y transformación. En esta conversación hablamos de picardía, sexualidad, la creación desde la nada y de cómo construir identidad y comunidad en un sistema que no siempre quiere abrirte paso.

He visto que en algunas entrevistas te describes a ti misma como una “putona sentimental” y como alguien que usa la astucia para existir sin pedir permiso. ¿Cómo surge esa picardía rebelde que parece que no tienes miedo a demostrar?

Creo que ser graciosa o tener picardía te permite conversar con la gente sobre cosas que normalmente los incomodan. Si lo haces desde la gracia, un chiste o la ironía, se ablandan un poco y escuchan lo que no quieren escuchar. Es una herramienta. También siento que nosotras, las migrantes, las mariconas, siempre estamos usando ese lenguaje de doble sentido porque nos toca. Tenemos que tomarnos con gracia la tragedia, porque si no… lloramos todo el día o nos matamos. Es nuestra manera de existir: mirar con gracia cosas que son muy trágicas.

Me encantan esos contrastes. En un disco tan de club y con un sonido tan sucio, incluir baladas como “MONOBLOCK” o “PUTA BITCH” me parece hermoso. Ser muy fuerte no te hace dejar de ser suave. Por ejemplo, casi todas las voces son primeras tomas; compuse y grabé rápido, sin tanta producción vocal como en otros discos. Quería que fuera más crudo, más nasty, pero también con arreglos tiernos como los clarinetes en “Puta Beach”. Eso está en mi personalidad: soy una bicha sentimental.

La producción de Astuta es cruda y pulida a la vez. ¿Cómo trabajaste esa tensión en el estudio?
En tus discos se pueden intuir ecos de reggaetón, tecnocumbia, pop queer, electrónica… ¿Qué artistas y experiencias culturales te enseñaron a romper las reglas?

Creo que todo el movimiento de latin club en Latinoamérica, sobre todo DJs y productores, me inspira mucho. Tayhana, por ejemplo, con esa mezcla de música villera argentina, tambores latinos, y luego te mete un tema tero o Callejero Fino a mil BPM. Eso me encanta. También Isabel, Brenda, María Manuela, Camila EM… productoras mujeres de la escena electrónica latina. Son mi gran inspiración.

Hay una especie de erotismo feroz en las letras, pero también ternura. ¿Cómo encuentras belleza en lo vulgar o en lo incómodo?

Lo vulgar y lo incómodo siempre me parecen bellos. Me gusta esa estética. Además, las cosas que me parecen sexys también me parecen súper tiernas. Son cualidades que la gente separa, pero muchas veces van de la mano. Generalmente, si me gusta alguien mucho, es porque es hot y tierno al mismo tiempo. En mi música siempre quise integrar eso, aunque antes me costaba. Ahora entiendo que mi identidad es esa mezcla de sensualidad, espacios nasty y ternura.

Dices que tu música es como “colarse con tacones a un sistema que no te quiere”. ¿Qué es lo más hostil que encontraste en la industria musical hasta ahora?

La competencia que fomentan entre las chicas. Hay 500 hombres haciendo lo mismo y a nadie le importa, pero si hay varias mujeres en un género, enseguida las comparan, dicen que se copian… Eso es horrible. Y también el ritmo de manufactura rápida de la industria. Todo tiene que salir ya, y a veces los artistas no tienen tiempo para crear o investigar. Te dicen que si no sacas música rápido, se te pasa el tren, y no es así. Antes yo entraba en esa, pero ahora intento deconstruirlo.

Para cerrar, ¿cómo ha sido tu experiencia en la escena nocturna de Barcelona? ¿Hay colectivos o clubs que sientas hogar?

Mi colectivo favorito ahora es Club Expansivo, un colectivo migrante de DJs latines, un espacio súper lindo. Su sonido es muy latino y traen propuestas increíbles. También Pirexia, un colectivo FLINTA nuevo creado por Kmila y Rattlesnakke. Y, por supuesto, los colectivos más viejos que se lo han currado, como Maricas, Me Siento Extraña, Latineo… Son las madres de la escena acá; nos han abierto el camino a nosotras, las migrantes.