Entrevista a JUGUETE
DJ
Primero que nada, para los que no te conocen, ¿Cómo surgió el nombre JUGUETE?
Cuando estaba aprendiendo a pinchar, quería empezar a subir mis cosas y necesitaba un nombre. Sí que me parecía algo importante y le di bastantes vueltas hasta que encontré una canción de Dinamarca, ”Juguete”. Me pareció que encajaba bastante conmigo, era una palabra divertida y con un poco de doble sentido, así que la tomé prestada, y creo que ha ido adquiriendo significado con el tiempo.
Por cierto, has mencionado que tu nombre artístico tiene un toque irónico y divertido. ¿Cómo crees que este toque se refleja en tu música y en tus presentaciones en vivo?
Al final, son cosas que van dentro de mi personalidad, y consecuentemente se acaban trasladando a lo que hago. Creo que, para un DJ, el vibe que transmites y la atmósfera que eres capaz de crear en una habitación es un factor importante, y, en mi caso, la energía que desprendo pinchando siempre va hacia un lado divertido y no demasiado serio. Siento que eso es lo que más me conecta con la gente.
En cuanto a la selección musical, aunque ha ido evolucionando, mi rollo siempre siempre es bastante desenfadado y ácido. Cuando empecé, mis sets tenían un lado muy pop y nostálgico que, aunque de otra manera, sigue presente. En general, intento huir de las cosas muy rígidas y monótonas, y, sobre todo, pasármelo bien.
Ruben Coronado, a.k.a. JUGUETE, ha conquistado la escena nocturna de Madrid con su electrónica desinhibida. Como miembro del colectivo CHICA, junto a Rocío Torres y Alba Loughlin, ha encendido las pistas de baile españolas.
¿Cómo encuentras el equilibrio entre la experimentación y la cohesión musical en tus sets en vivo?
Soy una persona que tiende a sobre analizarlo todo, así que intento no darle demasiadas vueltas y seguir mi instinto. Creo que es interesante probarte a ti mismo y explorar nuevos sonidos, así como intentar contar una historia con tus sets y que estos tengan un sentido, pero también hay que hacer un esfuerzo en no comerse demasiado la cabeza. Al final, estás poniendo música en una discoteca, no operando a nadie. Si confías en tu propio criterio, la cohesión ya está ahí, porque al final estás seleccionando cosas que significan algo para ti o que te hacen disfrutar, y eso es lo más importante.
En cuanto al directo, soy bastante desastre. Busco y guardo música todo el tiempo, tengo siempre mil pestañas abiertas y entro en rabbit holes de internet. Descubro muchas cosas también a través de amigos, o directamente en el club. Soy bastante caótico en cuanto a organizar y guardar la música, así que, en el momento de pinchar, me guío un poco por lo que veo en la pista y lo que estoy escuchando y me estimula en ese momento.
¿Cuál es el proceso creativo detrás de tus mezclas y selecciones musicales y cómo evoluciona con el tiempo?
Dejas algo de espacio para la espontaneidad entonce…
Sí, 100%. Me hace disfrutar más el proceso. Me resulta un poco contraproducente llevar las cosas muy preparadas, siento que se convierte un poco en un examen y te hace estar más tenso. En lugar de sentirte presente e ir a compás con la pista, te mete en un bucle de ‘tengo que hacer esto en tal momento’ y le resta frescura al momento.
¿Cómo ha sido tu evolución como artista?
Ha ido un poco de la mano con mi evolución personal. Empecé a trastear con una controladora cuando tenía 19 años, y este año hago 24. Al final, muchas experiencias vitales se han ido dando al mismo tiempo al que he ido avanzando como DJ. Creo que soy más maduro en el sentido de que tengo las cosas más claras, y sé mejor en qué sitios quiero estar y en cuales no. También tengo más carretera y mi estilo musical sí que se ha nutrido un montón según he ido descubierto cosas nuevas, conociendo a gente, y descubriendo espacios nuevos. Mi manera de salir y los sitios que frecuento han cambiado mucho, también mi idea del club, y siento que eso inevitablemente que se refleja en lo que hago y quiero hacer ahora.
¿Cómo surge CHICA?
El colectivo empezó sobre 2017, bastante antes de que yo estuviera dentro. De hecho, fue un poco gracias a CHICA que me lancé a pinchar. Cuando empecé a salir en Madrid, la escena era muy distinta, y CHICA fue un poco pionero en crear ese tipo de espacios enfocados en las mujeres y las personas queer dentro de la escena más electrónica. Ver la figura del DJ en ese ambiente en el que había cabida para movidas que me llamaban la atención y que tenían más que ver conmigo hizo que me interesara mucho más, y que lo sintiera como algo más accesible, así que me compre una controladora y tire hacia adelante.
CHICA hacía unos talleres muy guays en La Casa Encendida, me apunté a uno, conocí a Rocío y Alba y entramos en contacto. Después de la pandemia me tendieron bastante la mano, me empezaron a llamar para algunas cosas, y paralelamente fuimos forjando una amistad. Me invitaron a pinchar en Boiler Room en Barcelona y, a raíz de eso, me empezaron a salir un montón de oportunidades, así que entré en la música un poco de su mano. Poco a poco, fuimos haciendo más cosas juntos y, orgánicamente empece a formar parte del colectivo. Ha sido un poco una carrera de fondo porque en Madrid es muy complicado mover cosas: hay gente muy guay con proyectos muy interesantes, pero ser promotor independiente acaba siendo un poco desmoralizador porque hay poco apoyo por parte de las salas y de las instituciones.
¿Cómo ves el futuro de CHICA?
Un proyecto que lleva funcionando tantos años pasa por un montón de fases, así como las personas que lo conforman. Ahora estamos en un momento en el que creemos que lo que más sentido tiene es dar un paso atrás y frenar un poco la forma en la que el colectivo estaba funcionando hasta ahora, así como dar cabida a otros proyectos individuales paralelos a los que llevábamos tiempo queriendo dar forma.
¿Cómo ha sido la experiencia de crear un espacio seguro para la comunidad LGTBIQ+ en la escena nocturna de Madrid?
Igual que me pasó a mí, es guay pensar que gente se puede ver reflejada en mí o en la manera en la que hago las cosas para lanzarse a pinchar o a montar fiestas. Creo que una escena diversa en cuanto a DJs también trae un público más diverso y, en consecuencia, nutre los espacios para que sean más interesantes e inclusivos. Siento que es importante dar una mano a quién está empezando y tener siempre un ojo en lo nuevo que está pasando, hay que deshacerse de ese momento de ego o más bien de inseguridad e intentar dar cabida y hacer lazos con el nuevo talento igual que, en otro punto, alguien hizo contigo. Lo más mágico la fiesta es la comunidad.
¿Qué papel crees que juegan los DJs en la creación de ambientes inclusivos y seguros para mujeres y personas queer en los clubes?
A veces, siento que nos relajamos en el aspecto de crear y mantener espacios seguros porque hemos superado ciertas barreras, pero creo lo difícil está en no dar las cosas por sentadas y permanecer atentxs. Al final, el club es un espacio al que mucha gente acude para poder ser ellxs mismxs y evadirse de una realidad complicada, y, en cierta manera, es un espacio un poco ‘sagrado’ que hay que cuidar. El hedonismo y el sentido de comunidad queer es algo muy particular, y aunque muchos espacios que no se preocupan por nosotrxs intenten apropiarse de él, es imposible replicarlo si no va acompañado de unos valores. Me parece importante ser explícitos y contundentes con ciertos mensajes políticos, y estar preparados para actuar ante situaciones adversas o violentas en la noche. Al final, el concepto de “espacio seguro” es un poco utópico, porque en la fiesta están implícitas cosas incontrolables como el consumo de sustancias, así que creo que la clave está en ir aprendiendo y no dejar de velar porque el club mantenga su esencia. Como decía, la escena queer electrónica en Madrid es pequeña pero me parece lo más interesante que hay en la ciudad, así que es importante cuidarnos los unxs a los otrxs.
¿Cuál crees que es el problema con la escena en Madrid?
Comparándolo con Barcelona, que es el otro lugar donde más he pinchado y salido, siento que está todo estructurado de una manera muy distinta. Barcelona es más cosmopolita en un sentido, y mi impresión que la escena club, especialmente la queer, es más solida y está más cuidada. Hay cabida para muchas propuestas interesantes, tanto respaldadas por salas grandes como Razz o Apolo, como en circuitos más alternativos como en las salas que hay por Hospitalet o La Verneda. Hay espacio para que los proyectos crezcan y que dejen de ser súper underground aunque conserven la esencia, y esto se ve en fiestas cómo MUSA, Maricas o Latineo. Incluso en proyectos como SUDAR o No Tags que aún son más pequeños se ve un montón de proyección. También hay cierto apoyo de instituciones artísticas hacia el club, y, en general, siento que hoy en día es un hot spot para la electrónica en Europa.
Creo que Madrid es más tradicional en muchos aspectos y esto se refleja también en el club. No existen salas grandes que acojan proyectos underground como hace Nitsa, y sí que siento que es mucho más fácil que los proyectos toquen techo. La escena queer electrónica, aunque muy guay, es mucho más pequeña y, en general, los deals con las salas son muy abusivos. El público y los promotores están ahí, pero cuesta encontrar la manera y los espacios para crear una escena cuando sientes que siempre estás haciendo todo por amor al arte.