Entrevista a Ion de Sosa, director de Mamántula

Director de Cine

9/23/2024

Entrevista a Ion de Sosa, director de Mamántula

¿Cómo comenzó tu interés por el cine y cuáles fueron tus primeras influencias?

Fue una vocación un poco tardía, empecé a tener un interés más fuerte a los 19 años. En ese momento estaba un poco perdido, no tenía ganas de hacer la selectividad ni de continuar estudiando, así que me animé a hacer un módulo profesional de dirección. Cerca de mi casa había una escuela de oficios audiovisuales, me anoté allí y empecé a conocer compañeros de clase que también tenían interés por el cine. Así fue como comencé a aprender cómo funcionaba el cine a nivel técnico, y luego me especialicé en dirección de fotografía.

¿Cómo te afectó personalmente y profesionalmente la distancia entre Berlín y España?

Después de que empecé a estudiar cine, vino una crisis económica muy fuerte en España, por lo que me fui como inmigrante a Alemania, donde trabajé como camarero. Allí comencé a hacer películas por mi cuenta. Lo que influyó en mi obra no fue tanto dónde vivía, sino el hecho de que se estaba desmantelando todo el tejido industrial en España cuando terminé la escuela. Lo que realmente me marcó fue aprender a hacer películas solo, sin muchos recursos, de manera muy underground y autofinanciada. Fue un aprendizaje fuerte, porque no solo aprendí a dirigir, sino también a captar el sonido, a rodar yo mismo con la cámara, en fin, a manejar todos los oficios que conforman la profesión de cineasta.

Ion de Sosa, cineasta vasco, ha destacado en la escena independiente con un estilo visual minimalista y una narrativa audaz. Con influencias de David Cronenberg y Nan Goldin, su cine mezcla ciencia ficción y realismo crudo. Su última película, Mamántula, es un ejemplo de su habilidad para explorar lo grotesco y lo erótico, desafiando los límites del cine convencional.

Mamántula
¿Cómo ha sido la evolución de tu estilo cinematográfico de tus inicios hasta “Mamántula”?

Al principio rodaba una especie de vídeo diario que se llamó True Love, donde filmaba mi casa, mi entorno, a mis amigos. Siempre quise rodar en celuloide, y eso significaba que tenía un material limitado, además de que costaba dinero. Al principio usaba muchos planos fijos y cámara en mano porque no quería cargar con el trípode. Con el tiempo, a medida que iba teniendo más medios, empecé a añadir planos un poco más complejos. Mamántula es la película más compleja que he hecho hasta la fecha. Ahora acabo de rodar otra película, y cada vez tengo más medios para trabajar. He ido descubriendo el valor del primer plano, del rostro, del travelling, y de otras técnicas que con el tiempo me he podido permitir. En Mamántula tuve el apoyo de la productora en Alemania, Paola, y del productor en España, Tasio, además de Leire Apellaniz. Gracias a esto pudimos ser un poco más espléndidos. También he cambiado en el sentido de que ruedo de manera sintética, tengo una economía de medios muy asimilada, lo que forma parte de mi esencia.

A través de una amiga descubrí el trabajo de Nan Goldin y me fascinó. Me parecía que con sus imágenes capturaba muy bien ese momento que vivió. Las referencias de Anish Kapoor vienen por la directora artística de la película, Carmen Main, que me ayudó a dar forma a esos cadáveres que teníamos que inventar para Mamántula. Cuando el personaje ataca a alguien, lo deja como con una picadura, inflado, pero luego lo absorbe porque se supone que ha extraído todo su interior. Cronenberg también me encanta, y en ese momento me fijé mucho en su película Shivers, que transcurre toda en un edificio. Eso me ayudó a compactar las locaciones y escenarios donde rodamos.

¿Cómo influyeron las obras de David Cronenberg, Anish Kapoor, Nan Goldin en tu obra?
¿Cómo fue trabajar con un equipo mínimo y familiar en el rodaje de “Mamántula”?

Éramos un equipo pequeño, formado por gente que había trabajado conmigo en otras películas. Algunas personas hacían más de una función, pero tuve la suerte de contar con un equipo muy entregado y talentoso. La película fue muy horizontal; siempre escucho a todo el mundo y animo a que compartan sus ideas conmigo.

¿Qué papel jugó la improvisación en el desarrollo de "Mamántula"?

Más que improvisación por parte de los actores, hubo improvisación por parte de los guionistas. A veces nos encontrábamos escribiendo las escenas que rodaríamos al día siguiente. Entonces, la parte de improvisación más fuerte ocurría cuando terminábamos la jornada, y teníamos que ver si los cambios que hacíamos tenían sentido. Si no era así, teníamos que modificarlo y comunicarlo lo antes posible para que todos estuvieran al tanto.

¿Qué retos enfrentaste al rodar escenas tan explícitas y controvertidas en “Mamántula”?

Fue algo muy meditado. Los actores y modelos tenían la certeza de que se les trataba con el máximo respeto. Las secuencias se explicaban muy bien y, en todo momento, se les decía que podían detenerse cuando quisieran, que nadie estaba obligado a continuar con la escena. Fueron muy generosos, sabían que para mí era importante retratar todo de una manera bella, y así los trataba también yo, asegurándome de que el rodaje fuera un lugar lo más seguro posible. Ellos siempre tenían la potestad de cortar en cualquier momento, parar o incluso negarse, a posteriori, a que las imágenes fueran utilizadas. Esa confianza que generaban hacia la película, yo se las devolvía creando un contexto lo más amable y humano posible.

Por otro lado, mostrar el cuerpo humano fue una barrera que queríamos trabajar de manera estética y bella. Teníamos la duda de si el Ministerio de Cultura o las entidades que financiaron la película la calificarían como algo pornográfico, pero finalmente no fue así. Tenemos una calificación para mayores de 18 años, pero no X, lo cual habría complicado mucho la distribución.

Al principio, hay una secuencia explícita que me parece muy bonita. Para mí, tenía como referencia una escena de Hiroshima mon amour de Alain Resnais, donde se ven las manos de dos amantes que se aman y dicen cosas muy poéticas. Nosotros lo trabajamos de esa manera, como algo sensual, erótico, afectivo, más allá de lo pornográfico. Lo que ocurre es que luego añadimos que los genitales estaban a la vista, lo cual impacta, pero está rodado de una manera que no es obscena.

¿Qué te atrajo a la idea de una araña gigante travestida de humano como personaje principal?

Esto fue una idea de mi amigo Moisés Richart, quien también interpreta a Mamántula. Ya habíamos trabajado juntos en Sueñan los androides, y al terminar me comentó que tenía esta idea de una araña que hacía felaciones. Me entusiasmó de inmediato. No es una idea mía, por eso aparece en los créditos. A partir de ahí, lo fuimos desarrollando con los guionistas.

¿Cómo has integrado elementos de la cultura pop en tu trabajo cinematográfico?

En mi película anterior, Sueñan los androides, me inspiré mucho en Blade Runner e hice mi propia versión. Siempre estoy incorporando referencias de cosas que me gustan. En Mamántula hay mucha influencia de la televisión de los años 90, como Twin Peaks, y también de artistas como Tom of Finland.