Cuando el club entra al museo (y funciona)
Me encanta la fiesta, me encanta el club, pero también me encantan los museos. Y cuando se mezclan, la mayoría de las veces, logran sacar lo mejor de dos mundos.
Cuando el club entra al museo (y funciona)


<3OR TRESOR en el CCCB
Texto y foto: Luis De Gouveia
Me encanta la fiesta, me encanta el club, pero también me encantan los museos. Y cuando se mezclan, la mayoría de las veces, logran sacar lo mejor de dos mundos.
Durante mis años viviendo en Buenos Aires viví mucho estos cruces y tengo un millón de historias. Por mencionar solo algunas: Bellos Jueves en el Museo de Bellas Artes, un ciclo de eventos que mezclaba artistas, músicos y poetas, y que buscaba integrar a artistas jóvenes dentro de la programación del museo. Recuerdo salir antes de que terminara la clase, cogerme un taxi e ir directo al museo, porque se formaban filas enormes y todo el mundo quería entrar. Una vez adentro no cabía ni un alma. La música, muchas veces curada por Villa Diamante (soy fan). Siempre recordaré esa iniciativa como una de mis favoritas.
Perdí la cuenta de las veces que fui a las inauguraciones del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Casi siempre eran divertidas, con vino blanco, música y esa sensación de estar en un espacio cultural que se dejaba habitar sin “tantas reglas”.
La Noche de los Museos en Buenos Aires era, para mí, la noche más importante de la ciudad. Había que organizarse bien para decidir qué museo tenía la mejor programación en vivo, porque visitar varios era casi imposible: las filas eran eternas. Mi última Noche de los Museos la pasé con unos amigos en un evento organizado por Art Basel en un palacete de Retiro. No recuerdo quién pinchó esa noche, pero sí recuerdo que fue muy divertida.
Ahora, viviendo en Barcelona, no veo tantas iniciativas de este tipo, y me genera cierta frustración. Sobre todo porque creo que son oportunidades reales para abrir los museos a públicos nuevos, a otras experiencias, a otras formas de relacionarse con el arte. En las últimas semanas, además, me he encontrado en varias conversaciones con personas que comparten esta misma sensación: la idea de que los espacios culturales de la ciudad podrían abrirse más a la música, a colectivos jóvenes y a darle un lugar real a la cultura de club dentro de sus salas. No como algo puntual o excepcional, sino como parte de su identidad.
Sentí que viví esto, aunque fuera por un momento, en la última edición de <3OR TRESOR en el CCCB, organizada por Meritxell de Soto.
Porque cuando el club entra al museo y funciona, pasan cosas interesantes. Se rompen códigos, se mezclan públicos, se genera curiosidad. Personas que quizá no irían a una exposición terminan descubriendo artistas. Personas que nunca irían a una fiesta se quedan un rato más, miran, escuchan, bailan. De verdad: necesitamos más eventos así. Más museos y galerías en Barcelona que se animen a abrirse a este tipo de experiencias pls.
