Club Deseo conversa con Andrew Pasquier, editor de BUTT Magazine
Como fanático y lector obsesionado de Butt Magazine, es un verdadero honor para mí tener la oportunidad de realizar esta entrevista. Butt Magazine siempre ha sido una publicación que me ha inspirado profundamente; he seguido de cerca cada uno de sus números. Por eso, poder charlar con su editor actual, Andrew Pasquier, resulta algo muy especial.
Tu formación combina Ciencias Políticas, Historia Urbana y Comunicación. ¿Cómo influye esta mezcla en tu manera de abordar la edición y la escritura cultural?
Creo que esta formación me hace pensar en dos cosas.
Primero: cómo se relacionan el poder y la cultura. Siempre hay una dimensión política y económica detrás de las oportunidades, los espacios culturales y la libertad que la gente tiene para explorar aspectos de sí misma más ligados a la identidad.
En cuanto a mi trabajo en Butt Magazine, creo que uno de los grandes objetivos ha sido aumentar su diversidad geográfica y reflexionar sobre cómo la cultura queer y la expresión queer tienen muchas formas diferentes en todo el mundo. Butt Magazine, como sabes, viene de Ámsterdam, uno de los lugares más liberales y ricos del mundo. Me parece importante deconstruir las ideas sobre la cultura queer que son muy eurocéntricas o americanocéntricas. Así que esa es la primera influencia relacionada con mi formación en Política.
En segundo lugar, siempre he estado obsesionado con las ciudades y la historia urbana. Dentro de la cultura queer, existe una tradición importante de construir y documentar los movimientos de los espacios comunitarios en entornos urbanos: okupaciones, bares gay, centros de salud.
Mi formación en urbanismo me inspira a pensar en cómo funciona la cultura queer de manera espacial en las ciudades y cómo las personas se descubren a sí mismas en estos entornos.
Desde tu experiencia en 032c en Berlín hasta BUTT Magazine en Ámsterdam, ¿qué diferencias notaste entre las escenas editoriales de estas ciudades y cómo moldearon tu estilo?
Ambas revistas están muy marcadas por la historia urbana y el contexto de las ciudades en las que surgieron.
032c nació en un momento cultural de Berlín, en los años 2000 y 2010, cuando la ciudad se convirtió en un centro para la cultura alternativa y en un punto de encuentro para gente de toda Europa tras la caída del Muro. Un elemento clave de 032c, además del arte y la moda, es su enfoque en la teoría. Ese es un aspecto de la revista muy ligado a Berlín como un espacio neutral de experimentación en esa época, donde nuevas ideas podían surgir del “escombro” de la ciudad.
Por otro lado, Butt Magazine siempre ha tenido un público global, pero su tono se basa mucho en la sensibilidad holandesa: franqueza y honestidad, decir las cosas tal como son, sin muchos adornos.
Y casi tiene sentido que, en ese momento posterior a la crisis del SIDA, cuando existía mucho miedo sobre el sexo y sobre celebrarlo de manera positiva dentro de la comunidad gay, en un lugar donde la cultura es tan directa y liberal históricamente, pudiera surgir una revista como BUTT, capaz de hablar sobre sexo gay de manera divertida y honesta.
Como fanático y lector obsesionado de Butt Magazine, es un verdadero honor para mí tener la oportunidad de realizar esta entrevista. Butt Magazine siempre ha sido una publicación que me ha inspirado profundamente; he seguido de cerca cada uno de sus números. Por eso, poder charlar con su editor actual, Andrew Pasquier, resulta algo muy especial.
En esta conversación, Andrew nos habla sobre cómo su formación en Ciencias Políticas, Historia Urbana y Comunicación influye en su manera de editar y escribir sobre cultura; cómo ha experimentado la transición de la escena editorial en Berlín a Ámsterdam; su visión sobre la diversidad y la inclusión dentro de la revista; y la importancia de la impresión frente a los medios digitales. También nos comparte historias únicas de los números recientes, su acercamiento a la representación queer y trans, y sus planes futuros en la escritura y el periodismo político.
Para cualquier fanático de Butt Magazine, esta entrevista ofrece una mirada íntima y reflexiva sobre cómo se construye y se mantiene viva una de las revistas queer más influyentes del mundo.
Cuando planificas un número de BUTT Magazine, ¿cómo equilibras política, cultura visual y narración personal?
Creo que el equilibrio en cualquier revista es realmente importante. Y creo que ese equilibrio es a menudo el “ingrediente secreto” que hace que una revista se sienta como la revista que esperas.
En BUTT, queremos mezclar cultura alta y cultura baja, o como quieras llamarlo: alta y popular. Por ejemplo, podemos tener una entrevista con un autor o un músico famoso sobre sexo, citas y su vida personal. Pero justo después, la siguiente historia puede ser sobre alguien completamente desconocido: un trabajador sexual, un activista o al 'hottie next door'.
Hay una dimensión política en esto: tratamos a todos por igual. No importa si eres famoso, “cool”, guapo según los cánones o lo que sea; la sexualidad y las opiniones de todos se toman en serio y se tratan de manera igualitaria.
¿Cómo abordáis la representación de mujeres, personas trans y otros disidentes sexuales en la revista?
Una de las grandes transiciones de la antigua etapa de BUTT a la actual es que nos hemos vuelto más diversos e inclusivos en el tipo de personas queer que entrevistamos y presentamos.
Para mí, eso ni siquiera era una cuestión, porque la cultura queer ha cambiado mucho en los últimos 20 años. Los espacios donde tiene lugar la liberación gay son también los mismos donde debe producirse la liberación trans.
Durante las últimas décadas, muchas comunidades queer han tenido que trabajar mucho para llegar a un punto en el que pudiéramos sentirnos cómodos compartiendo y apoyando la sexualidad de los demás de manera divertida en la misma revista impresa.
No hace felices a todos nuestros lectores, pero creo que incluir voces trans y femeninas en BUTT es parte del trabajo importante de construir una cultura donde todo el mundo pueda ser sexualmente libre.
Trabajé en una ONG en Nueva York, y el objetivo de la organización era avanzar, de manera progresista, en temas relacionados con el espacio urbano: vivienda, espacios públicos, parques y cuestiones arquitectónicas en la ciudad.
Así que, en cuanto a cómo se aplica a mi perspectiva editorial, aprendí a contar historias sobre cómo las personas experimentan el poder en un entorno urbano. Creo que, a veces, las revistas de arte y cultura existen en una especie de burbuja alternativa y artística, donde no se percibe la realidad política o económica que hay ahí fuera, las fuerzas que operan en la sociedad y que determinan la libertad o las oportunidades que tiene la gente para vivir su vida cultural y de ocio, ya sea en la subcultura, la cultura queer o la creación artística.
Tu trabajo en el Urban Design Forum implicaba coordinar debates entre diseñadores, promotores y líderes cívicos. ¿Qué aprendiste allí que aplicas en el mundo editorial?
Creo que los medios digitales se mueven tan rápido que a menudo se vuelven “baratos”. Y, ya sabes, la gente no lee realmente un artículo de principio a fin. No se sientan a reflexionar sobre un tema o a sentirse inspirados por algo si solo aparece como un flash en la pantalla.
Lees el primer párrafo de algo en redes sociales y luego pasas a otra cosa, porque así están diseñadas estas apps: para mantenernos en movimiento y distraídos. Creo que la prensa impresa es importante porque permite un compromiso más puro con el contenido.
En BUTT Magazine ponemos mucho cuidado y reflexión en crear historias divertidas que realmente te permitan conocer a alguien por completo: escuchar quién es y su perspectiva. Creo que la impresión sigue siendo la mejor manera de hacer eso, de ofrecer el tipo de enfoque que permite pensar de manera profunda y crítica sobre el contenido.
Y tenemos la suerte de contar con lectores dedicados que realmente se preocupan lo suficiente como para comprar revistas impresas, y que todavía lo hacen, porque muchas, muchas revistas no tienen ese lujo de que la gente realmente salga y compre la publicación como hacemos nosotros.
En un mundo cada vez más digital, ¿cuál crees que es el papel de revistas impresas como BUTT frente a las plataformas digitales y las redes sociales?
¿Tienes alguna historia de un número de Butt Magazine que te resulte especialmente significativa?
En el número más reciente, tuvimos una historia con Michael Rosey, un artista discapacitado cuadripléjico que sufrió un accidente de gimnasia y perdió la capacidad de mover brazos y piernas, excepto un dedo.
Es un artista outsider total. Lleva viviendo en su apartamento en Harlem, Nueva York, unos 20 años, creando arte erótico gay inspirado en escenas de porno y en su imaginación. Y lo hace todo solo con los movimientos de un dedo. Supe de él a través de la madre de un amigo.
Nadie había hablado con él sobre su vida ni sobre el trabajo que estaba haciendo. Pudimos entrevistarlo y fotografiarlo, también con algunos modelos desnudos. Luego, la semana pasada, hicimos una exposición pop-up en un bar gay en Brooklyn. Fue su primera exposición individual de arte.
Es el tipo de historia que no tendría cabida en ninguna otra revista. Evitamos centrarlo únicamente en la política de identidad o en el hecho de que es discapacitado. Sí, es discapacitado, pero también es muy horny y además hace arte. Celebramos su práctica de dibujo, así como sus historias de salir de fiesta en el Paradise Garage en los años 80 y lo chicos que lo visitan en su casa.
¿Qué nuevas direcciones te gustaría explorar en la escritura y la edición más allá de BUTT?
Dos cosas. Me encantaría empezar a escribir ficción, no sobre mi propia vida, sino narrativas que exploren los puntos de tensión de la cultura contemporánea: inmigración, guerra, inteligencia artificial. Y, en segundo lugar, me gustaría hacer más periodismo político. Es lo que estudié y lo que me quita el sueño por las noches.


