Entrevista a Eugenio Echeverría

Artista

12/11/2023

Eugenio Echeverría

En tu obra planteas que existe un genocidio homosexual, ¿Crees que existe a día de hoy un genocidio homosexual?

Si, totalmente, podemos ser muy ortodoxos en la definición de genocidio que sería una muerte física del cuerpo, pero también podemos hablar de muertes emocionales, de muertes sexuales, espirituales, como una sociedad que es homófona apaga a aquellas personas de la comunidad LGBT que no tienen herramientas para sobreponerse a ese estigma.

A día de hoy a muchas personas en el closet, eso es un aniquilamiento de su sexualidad y sus emociones, o cuantos follan, pero siguen en el closet y no pueden permitirse los afectos, porque meter la polla está bien, pero el corazón no.

Pero si nos vamos a una definición más ortodoxa, podríamos decir que existe en Rusia, en Irán, hay más de 30 países en donde a día de hoy está penado ser homosexual. Seguimos viviendo en la era del genocidio homosexual, que empezó hace mucho.

¿La historia que narras en tu obra es real?

Esto es muy interesante. Cuando los aliados liberaron los campos de concentración, estamos hablando de Francia, Inglaterra, Estados Unidos, liberaron los campos de concentración nazis en el territorio europeo ocupado por los nazis a los homosexuales no los liberaron, los metieron en la cárcel.

Liberaron a los judíos, liberaron a los gitanos, liberaron a los que tenían minusvalías físicas, pero a los homosexuales nos metieron en la cárcel porque nosotros llegamos a los campos de concentración en calidad de criminales y comento este antecedente porque en cuanto se liberaron a los presos los judíos empezaron a narrar su historia, mientras que los homosexuales nos hemos demorado más en contar nuestra historia.

Hay muy pocos libros, uno de ellos es el de Pierre Seel, era un tío francés, que era activista político, y en su libro narra la historia de como vio a su novio, Jo, de 18 años, ser comido por los perros en un campo de concentración nazi delante de otros presos. Nadie pudo hacer nada, nadie hizo nada, pero nadie nunca contó la historia.

Eugenio Echeverría, originario de Barcelona, reside y trabaja entre Ciudad de México y Atenas. Este artista y militante cultural se centra en difundir discursos críticos y disidentes frente a la cultura hegemónica, influenciado notablemente por el transfeminismo y el antineoliberalismo. En 2006, fundó Border, un proyecto que gradualmente se transformó en una agencia de activismo y acción micropolítica, amalgamando perspectivas de las ciencias sociales, humanidades y el arte contemporáneo.

Antimonumento Crico
¿Cuánto tiempo te tomó hacer esta obra?

Me tomó 10 meses, lo hice en tiempo récord.

Cuando empecé ya tenía el guión, yo soy muy rápido con los guiones, quizás me tardé un mes o más.

Cuando hablas de estos 10 meses, te refieres a la ‘construcción del proyecto’, es decir a la parte técnica de crearlo, ¿O también hablamos de la idea, de la investigación previa, etc?
Lo planteaste en forma de videojuego, con niveles...

Hay niveles que son observacionales, como el primer nivel por ejemplo, quería hacer una introducción que te resumiese un poco lo que ibas a ver.

El segundo nivel, que es cuando subes al bosque, pasas por unas tumbas que te dan mensajes homófobos, son textos de Alfonso X, que habla de los sodomitas, otro de Isabel de Castilla. Cuando subes ese nivel, finalmente encuentras a los grupos, que es una réplica de una pintura de Goya.

Luego pasamos al tercer nivel, que es el del campo de concentración, este es interactivo porque tienes que moverte, te cuentan esta historia de Pierre Seel, pasamos de manera radical del Siglo XIII al Siglo XX y luego tenemos la parte del VIH/SIDA, que esa me gusta mucho porque obliga al espectador a disparar a hombres que bailan, para sacarlos del closet del VIH.

¿Me gustaría saber por qué decidiste utilizar este formato y no otro?

Para mi lo más importante es el 3D, es mi medio. El galerista que medio la oportunidad de exponer, porque este proyecto diseñado expresamente para ser expuesto en galería, me puso una condición, que si expones en noviembre, pero quiero que sea una experiencia en realidad virtual. Y yo en esa época, hace un año y medio, no había hecho nada de realidad virtual, pero le tomé la palabra y aprendí. Mi idea original era hacer animación, pero yo pensaba hacer animación para ser proyectada en un formato bidimensional, no para interactuar en un formato 360 y 3D.

¿Cómo ha sido el después de presentar esta obra?

Al principio ha sido muy guay, la respuesta siempre ha sido muy buena, a la gente le gusta. A algunas personas las deja pensando, a otras no. El formato de realidad virtual es muy efectista, no estamos acostumbrados a ponernos unas gafas y ver una experiencia, entonces la gente sale aturdida. Físicamente tienes sensaciones, porque ha habitado un lugar que no estamos acostumbrados, aturdida porque esto es un vaivén emocional que te lleva por todos lados, es trigger tras trigger. Y luego hay personas que están afectadas emocionalmente porque alguna cosa les ha movido. Hay gente que me ha hablado, hay gente que se ha ido sin decir nada, hay gente que se queda, pero tampoco me dice nada. A nivel activista y a nivel artístico, la pieza ha funcionado.

¿Podríamos hablar de lo que hacías antes de desarrollar esta obra?

Yo en México tenía un espacio cultural, de arte contemporáneo, del 2005 al 2020, que se llama Border y que el archivo aún se encuentra en border.com.

Fue un proyecto mutante, porque empezó como un espacio de grafiti y arte sonoro, y de animación, luego tres años después se transformó en un espacio de arte contemporáneo emergente, sobretodo arte contemporáneo universitario. Era un espacio donde los artistas recién egresados, previo a un proceso de convocatoria abierta, hacían su primera exposición individual, teníamos programa de investigación, talleres.

Luego empezamos a hacer arte politizado, de aquí transicionamos a metodologías feministas y en esa época, dentro del centro cultural Border, se abrió un nuevo centro cultural llamado “Jauría Trans” de día, que con el tiempo ese espacio se lo apropiaron las familias con hijxs trans. Fue un espacio transfeminista de infancias y adolescencias trans.

¿Ese espacio a día de hoy sigue abierto?

Cuando cerré Border, cedí el espacio a la que era mi coordinadora en ese momento, solo que ya no se hacen actividades, nosotros fácil teníamos unas 15 actividades al mes, entre talleres, por personas trans para personas trans, conferencias, conservatorios, exposiciones, intervenciones de espacio, encuentros, teníamos de todo.

No creo que sea algo sencillo, ¿Cómo fue el proceso de abrir un espacio así?

Lo abrí como un espacio de arte. En el 2005 lo trans no estaba en el mapa, es que ni en el mapa de lo LGBT, por mucho que la “T” existiese. Una vez fui a Estados Unidos, a Chicago, y conocí el centro LGBT de la ciudad, y me pareció fascinante que la segunda planta era solo para personas trans y era un centro de día para personas trans. A partir de esto, quise replicarlo en México.

¿Durante cuánto tiempo gestionaste este centro cultural trans?

Fue del 2017 al 2020.

¿Por qué lo dejaste?

Vino la pandemia. Y el centro, a nivel de presupuesto, siempre estábamos en la línea roja. La cultura se consume y se necesita, pero no se paga, y cuesta, cuesta mucho dinero. El éxito de nosotros fue el modelo de negocios que desarrollamos, es que el programa educativo del centro basado en talleres y diplomados en artes, financiaba todas las actividades de los programas artísticos y sociales.

De tener la oportunidad, ¿Lo retomarías?

No, porque mi vocación no es la de servicio, sino la creación y producción artística. Durante 15 años pude trabajar como gestor cultural, como activista, como comisario de arte, fue maravilloso pero la vida me llevó ahí. Yo disfruto más produciendo una pieza que abriendo el centro cultural trans. Dedicar más de 15 años de mi vida al servicio me parece más que suficiente, ya cumplí. También es cierto que una persona puede brindar servicio desde la creación artística. Este proyecto está hecho para maricas.

Hablemos de música, ¿La música electrónica tiene influencia en tu obra?

Yo no creo que la música electrónica como tal tenga influencia en la pieza, pero sí la cultura que se deriva, incluyendo la cultura del uso de drogas. Mi obra tiene que ver con mi experiencia de vida. Es inevitable que el discurso que permea la obra este totalmente afectado por un estilo de vida del uso de drogas.

¿Crees que las drogas sirven para sanar heridas o para abrirlas?

El proyecto acaba con la pregunta ¿Cuándo es antídoto y cuándo es veneno? La sociedad nos ha inculcado que las drogas son tóxicas, que te enganchan y te pueden matar. Son discursos muy alarmistas pero hay una razón detrás y es que la droga sí es adictiva, porque la droga te mete en un rollo muy egocéntrico y egoísta, en el que es difícil no solo contemplar las decisiones de los demás sino las propias necesidades biológicas o incluso profesionales, etc.

Pero también es importante ver si esas necesidades son las tuyas propias o son las dictadas por la sociedad. A partir de allí empezamos a buscar otras narrativas en torno al uso de drogas. Es importante preguntarte, ¿Qué cosas estamos sanando? Si existe la posibilidad de entender a las drogas como un antídoto. Un antídoto a lo que cada quien considere. Un antídoto contra heridas de abandono, de miedo, de soledad, un antídoto contra la incapacidad de abrir tu corazón o tu cuerpo.

¿Crees que existe una crisis del Crystal Meth?

Sí, creo que existe una crisis muy fuerte entre los hombres gays con el Crystal Meth.

¿Crees que es algo de ahora o ya viene ocurriendo de antes?

Hay drogas y drogas, creo que en la comunidad siempre se han consumido drogas porque permitía habitar otros espacios, pero hay drogas y drogas. También creo que la híper sexualización no ayuda porque hay un detrimento de otras áreas.

¿Crees que existe una crisis con otra sustancia?

Bueno, en los 80 había una crisis con la heroína. Ahora hay una crisis con el fentanilo y creemos que no la estamos viviendo, pero sí, porque le meten fentanilo a todo. Pero creo que la del Crystal Meth es más evidente.

¿Se puede formar una comunidad que gire entorno al consumo?

Sí queremos construir comunidad, se debe construir en espacios de no consumo porque si solo son en espacios de consumo, solo tenemos una cara de la moneda, y la vida son dos caras de la moneda y necesitamos poder interactuar con las dos. El proyecto de Circo Crico en México es una comunidad, hacen exposiciones colectivas en tu relación con el cristal, hay mesas redondas, para hablar sobre todo lo que nos atraviesa como personas usuarias o ex. Se habla de chemsex, pero no se habla de todo lo demás que engloba al cristal, no se habla de afectividades, de la soledad. Yo creo que el sexo es la cortina de humo del crystal meth. El espacio del chemsex es un espacio poco creativo y muy normativo.

Muchas gracias por charlar conmigo hoy, me encanta tu obra Eugenio

Muchas gracias.